El OCASO DE EUROPA
- La Otra Orilla
- 10 jul 2023
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Es obvio que los ricos pueden permitirse muchos lujos, pero si quieren seguir siéndolo hay uno que les está negado: VOLVERSE REMATADAMENTE TONTOS.
Estoy resumiendo en pocas palabras la Historia de Europa durante los últimos setenta años. En la década de los 60 del pasado siglo vivíamos en un continente industrializado y prometedor, los jóvenes de entonces crecimos con buenas expectativas, si no encontrábamos pronto trabajo en alguna empresa de la provincia, existía la posibilidad de hallarlo allende los Pirineos, en Francia, Suiza, Bélgica, o Alemania, sin necesidad de haber aprendido antes el correspondiente idioma. ¡ Allí se iba a trabajar! Y bastaba con entender al jefe mediante gestos y muecas.
Europa se había hecho rica, se hablaba de la “sociedad del bienestar”, más no supimos ver que, bajo los efectos embriagadores del dinero cortoplacista, nos estábamos volviendo rematadamente tontos.
En los últimos días, las imágenes dantescas que nos han llegado desde Francia, viéndose decenas de coches en llamas, comercios brutalmente destrozados y saqueados, así como bibliotecas, colegios, edificios públicos de Ayuntamientos y Gendarmerías, etc, obligan a recapacitar sobre la riqueza que recibimos otrora y la ruina futura que le vamos a trasladar a nuestros descendientes. Es muy fácil recurrir a la sensiblería, aduciendo que el joven que se saltó los controles, conduciendo sin carnet un vehículo robado, era menor de edad y le va a llorar mucho su madre y su yaya. Pero por muy lamentable que sea su muerte, no podemos sino recalcar que también lo era la mala vida que llevaba, con un largo historial delictivo pese a su corta edad. Y todavía es mucho más lamentable que perdiera la vida un bombero de 24 años, intentando sofocar uno de los miles de incendios salvajemente provocados y que a un ciudadano le amputasen una mano, le quebrasen las piernas y le propinasen un machetazo en el otro brazo, al intentar defender su vehículo de las turbas vandálicas.
Es de suponer que las compañías aseguradoras eludan pagar los destrozos en vehículos y comercios amparándose en que fueron casos de terrorismo callejero, de la misma manera que a la hora de abonar seguros de vida por fallecimientos causados por las vacunas covid argumentaron que éstas no eran obligatorias.
En estos días no deja de dar vueltas en las redes sociales una entrevista concedida por el Rey Hassan II de Marruecos, a la periodista francesa Anne Sinclair el 16 de mayo de 1993, en ella el Rey Hassan explica, con mucha claridad y sin ambigüedades, que los marroquíes nunca se integrarán en Francia por muchas generaciones que transcurran viviendo en territorio galo. Como él dice: “pertenecen a otra cultura, a otro continente, y todo lo más llegarán a ser malos franceses….” Además, el monarca alauita añadía que en Europa los procesos migratorios siempre se habían producido de Este a Oeste, dentro del mismo continente y con unas bases culturales comunes, por eso ha habido integración. Está claro que la fortuna no le había vuelto tonto al Rey Hassan y ahora su hijo también es rey y sigue siendo inmensamente rico.
Mucho tiempo antes de la citada entrevista, el historiador francés Josep Pérez, ya nos advertía en sus libros sobre los peligros que representa para cualquier sociedad occidental la emigración masiva musulmana, éste venía a decir que es algo parecido a lo que ocurre al elaborar una salsa mayonesa: si se echa demasiado aceite de golpe, antes de que el anterior haya trabado con el huevo, la salsa se corta. En lugar de integrarse y asimilarse a la población autóctona, irán formando sus propios barrios, sus propios comercios, se darán servicios unos a otros, y formarán una especie de cápsulas urbanas en las que puedan nacer, crecer, casarse y morir, sin apenas contacto con el resto de la sociedad del país de llegada. Pero cuando ya pueden votar y el número ha aumentado lo suficiente, entonces demandan a las instituciones que tengan en cuenta su forma de vida y de cultura a la hora de elaborar las normas. Piden al nuevo país que acepte su idiosincrasia, en lugar de amoldarse ellos a una nueva forma de vida.
En Francia las noticias sobre Iglesias católicas quemadas son constantes y hasta algunas sinagogas judías también. Hace unas pocas semanas en que recibimos con indignación las imágenes en que un hombre “no francés” y de aspecto norte-africano con un cuchillo en la mano sembró el terror en un parque infantil en Annecy. Enseguida los periodistas, sin hacer mención a su nacionalidad, le añadieron el calificativo de “perturbado”, no es que antes en Europa no hubiese perturbados, lo que ocurre es que últimamente o bien hay muchos más, o es que cuando los medios de desinformación no quieren que sepamos el origen de un delincuente se meten a jugar a los psicólogos. Sí es cierto que entre la segunda generación de emigrantes se producen numerosos brotes psicóticos, como lo demuestran esas sobrecogedoras escenas de violencia en las calles, en cuyos videos podemos ver a grupos de varones jóvenes gritando a los cuatro vientos su nacionalidad (que no es precisamente la francesa), mientras destrozan todo lo que encuentran a su paso. Además alardean de que están en Francia porque les concede “la carte vitale”, o sea por la tarjeta sanitaria, mientras hacen gestos obscenos mofándose del país que los ha acogido, usando las frases más groseras de que dispone el idioma franco.
Curiosamente no he podido llegar a saber si los periodistas también llaman perturbados a aquellos individuos que en sus correrías callejeras por las ciudades galas utilizaron armas de fuego, incluso fuego de mortero. A éstos puede que los lleguen a calificar de “trapisondas”, o de “impacientes”. ¡Qué gallardía se gastan los chicos de la prensa! ¡Menudo compromiso con la sociedad!
A estas alturas, todos sabemos ya muy bien que si una noticia aparece titulada “Coche atropella a cinco viandantes….” significa que el conductor no es español, ni europeo. De la misma manera que hace pocos días el periódico El Mundo publicó, en una página muy interior por cierto, que una mujer había sido apuñalada en la Plaza de Tirso de Molina de Madrid, sin aludir a quién había producido las puñaladas. Todos entendimos que la pobre e indefensa víctima no se había apuñalado reiteradamente a sí misma, como también detectamos que el agresor no era madrileño.
La información del no-decir y el no-contar sigue sus propias e inconfesables reglas y no cabe duda que acaban percibiéndose sin necesidad de recurrir a algoritmos.
Perturbaciones no cabe duda de que existen y de que están proliferando también, puesto que con frecuencia se produce una especie de frustración larvada y latente entre individuos de segunda y tercera generación de gentes emigradas de otros continentes. La primera generación, en gran parte de los casos, estaba convencida de que la situación que dejaron era peor que la que encontraban en Europa, solían ser fáciles de conformar y su ilusión era pasar las vacaciones estivales en su pueblo natal.
Para la segunda generación las cosas son bien diferentes, desde niños en el colegio se comparan con otros compañeros cuyas familias están mas acomodadas que las suyas, que viven en casas mejores y entonces surgen incomodidades. La primera generación pasa la vida comparándose con los primos de allí, mientras que la segunda y tercera ya solo se compara con los niños hijos, nietos y biznietos de los que nacieron aquí. Éstos con frecuencia reciben regalos de sus abuelos y veranean en la casa familiar de la playa.
¿Cómo asimilan esas cosas los niños? Muchos van haciendo grupos con otros niños en situación parecida, ahora tenemos en los institutos pandillas de hijos de emigrantes y en muchos polideportivos vemos equipos formados por jovencitos provenientes de países que pertenecen a la misma identidad cultural y religiosa, ese fenómeno también podemos observarlo en muchos parques públicos. No se han integrado, se sienten de otra cultura y optan por apartarse del resto, potenciando los elementos de diferenciación. El joven franco-argelino que ha dado origen a esta ola de protestas pertenecía a pandillas que quieren disfrutar de cosas que no han conseguido por cauces legales.
A los empresarios les convenía importar mano de obra extranjera y así frenar las subidas salariales y los políticos se obcecaron pensando que concediendo ayudas para todos los que llegan, sanidad universal, reagrupación familiar, multiculturalidad sin freno, obtendrían un inagotable caladero de votos.
Error de cálculo, porque las fuentes de la industria se están secando y los sectores agrícola y ganadero están siendo paulatinamente eliminados.
Hoy Europa solamente puede prometer “bienestar” a quienes cobran de ese monumental entramado institucional formado por los diversos organismos que componen el supra gobierno de la Unión Europea, los demás en el mejor de los casos verán algún trocito de “bienestar” efímero y pasajero.
Nos volvimos tontos al mero olor del dinero y lo perdimos casi sin haber llegado a saborearlo.
Vivimos en un Continente que se ha alejado de los principios y valores culturales que lo hicieron crecer, ha perdido el alma, se ha transformado en una carcasa hueca, …..y no dejaremos a nuestros hijos ni las migajas.

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