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Sobre las dos familias espirituales

  • Foto del escritor: La Otra Orilla
    La Otra Orilla
  • 7 ene 2022
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 8 ago 2024

Nunca podremos entender, ni siguiera un poco, de cuánto sucede en el mundo de hoy sin atender a los orígenes del caos: LA CAIDA DE EVA Y ADAN, seducidos por la ambición de alcanzar lo que les estaba vedado. Tenemos ante nuestros ojos la primera gran mentira, que habría de condicionar todo la historia de la humanidad. Cayeron bajo la eficaz propaganda de mostrarles como BUENO, LO QUE A LOS OJOS DE DIOS ES MALO. Y ellos eligieron el bien inmediato sin valorar las consecuencias. A continuación el Génesis nos va narrando las profundas diferencias entre Caín y Abel, ya nos encontramos con que de un solo núcleo biológico aparecen dos espiritualidades antagónicas. Y a la muerte de Abel, y una vez apartado Caín a las tierras de Nod, se inicia la línea mesiánica con la descendencia de Set, (Gen.4, vers.25), el hijo de Adán que sustituyó a Abel. Desde la caída de Adán y la posterior desobediencia de Caín la senda del influjo del mal en los seres humanos comenzaba a abrir su diabólico recorrido. Las dos visiones rotundamente diferentes de entender la vida terrenal y la espiritual, la lucha constante y perenne entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas, a partir de entonces se convirtieron en algo con lo que todos los seres humanos tenemos que lidiar y antes de lidiar debemos discernir. Ahora bien, ¿Cómo nos desenvolvemos las personas de hoy en esta lucha? A Cristo le conocemos fundamentalmente a través de lo que escribieron los apóstoles, ellos fueron quienes documentaron tanto su vida pública, como su crucifixión y posterior resurrección. LA PROMESA ESTABA CUMPLIDA, había posibilidad de salvación para quienes creyesen y le siguiesen. Aquí estamos nosotros los que creemos, atendamos pues a cómo debemos seguirle sin tropezar y ser arrastrados por falsas doctrinas. Nadie va a acercarse a nosotros declarando abiertamente:—“Mira te traigo una falsa doctrina, para que te sumes a ella”, de la misma manera que a Eva su agente tentador no la incitó al pecado diciéndole: “Come de ese árbol y así Dios os castigará”. Según vamos leyendo las sucesivas páginas de la Biblia, llegamos a la enigmática figura de Salomón, el rey más sabio y más poderoso de su tiempo y de siglos después, ¿Le libró el lujo, el gobernar largamente con sensatez de caer en el apartamiento de Dios? Sabemos que NO fue así. Muy al contrario, defenestró sus años de temor y respeto a Dios, para acabar presa la lujuria desenfrenada, de la idolatría, hasta sumergirse en el mundo del ocultismo y del esoterismo. Es conveniente hacer hincapié en la figura del rey Salomón, ya que aquí nos encontramos con las dos familias espirituales encarnadas en un mismo personaje, ahora tenemos delante al Bien y el Mal contenidos en la misma figura humana. Eso nos obliga a plantearnos más de una reflexión: SI CAYÓ UN HOMBRE TAN SABIO, ¿CÚAN FÁCIL SERÁ CAER PARA QUIENES NO LO SOMOS TANTO.? Quizá le engañó el triunfo, el poder, la adulación, la vanagloria, probablemente fue seducido por su propia vanidad, y un exceso de auto-confinanza. Aunque dejemos aquí la figura de Salomón, para proseguir con la presente exposición, nos conviene tener muy en cuenta que no en vano la Masonería, aunque su fundación oficial date de 1717, en su faceta esotérica se sumerge y entronca con ese final oscuro de la vida del rey Salomón. Por tanto, en la misma medida que a los cristianos de hoy nos aprovecha la sabiduría contenida en el Libro de los Proverbios, -un auténtico compendio sobre cómo comportarnos y sobre cómo educar a nuestros hijos-, los pagano-masones de hoy también utilizan la figura salomónica, recurriendo a ese periodo final oscuro y cabalístico, para apoyar los pilares de su sincretismo religioso. El objetivo masónico ha sido apartar la figura de Dios-Padre y de Dios-Hijo de la esfera intelectual, política y educativa, para ir consiguiendo una sociedad agnóstica, en la que tanto los gobernantes como los gobernados ya no se someten a Dios, cada individuo se considera un HOMBRE-DIOS. Estudiar, aunque fuese por encima, la evolución y empoderamiento de las Sociedades Masónicas nos llevaría muchas horas, simplemente voy a citar el influjo determinante que ejercieron en la Revolución Francesa de 1789; en la Guerra de la Vendée de 1793; en la Independencia de Méjico, Argentina, Chile; en la Revolución Rusa de 1917; en la persecución de cristianos en Méjico (1926), llamada la Guerra de los Cristeros ; en la independencia de Bélgica en 1830, y con especial ensañamiento en España con la persecución a los católicos a partir de 1931 y durante toda la Guerra Civil. La lista sería interminable, pero su técnica de “divide y vencerás” aunque interesada y torticera, resultó sumamente exitosa. La estrategia consistía en apartar a unos gobernantes para colocar a masones de alto rango en todas las instituciones, desde la cumbre presidencial, hasta los parlamentos, la judicatura, altos funcionarios, y cómo no, también el ejército. Eso sí, todo bajo la apariencia de “altruismo” “filantropía”, “igualdad”, “fraternidad”, “solidaridad”, etc, etc. Hoy nos hallamos en el primer tercio del S.XX y los muchos tentáculos del diablo se han unido, el marxismo se ha dulcificado en apariencia, abandonando la lucha de clases para transformarse en un neo-marxismo cultural, que enarbola la guerra de sexos y que determina unas leyes llamadas de “género” que casi nadie se atreve a discutir, por temor a la exclusión social. Y como ahora ese neo-marxismo ateo ha visto que puede convivir perfectamente de la mano del capitalismo agnóstico que propugna la masonería, pensando ingenuamente que podrán subsistir con las migajas que caigan de la mesa de los prebostes del Foro Económico de Davos, y que les harán llegar en forma de “ayudas solidarias y puntuales”, se han unido para ser más fuertes y nos presionan.

Nos presionan imponiéndonos su hoja de ruta, una vez desechada la fe en el más allá, nos acribillan con sus dogmas en forma de múltiples religiones para que nos sintamos seguros y protegidos en el más acá. 1- Tenemos la religión de la salud, gracias a ella, ahora es casi imposible mantener a los ancianos conviviendo dentro de la familia, los hijos no pueden llevar a sus padres a tantas analíticas, pruebas, curas, revisiones y tienen que delegan en Residencias con médicos y enfermeras dentro un mismo recinto. 2- La del culto al cuerpo, que casi siempre conlleva abandonar la lectura, así como la paz de la reflexión y deducción, a cambio de endurecer los músculos en el gimnasio. 3-Contamos con la tele-religión y gracias a los “sumos sacerdotes de la información” podemos creernos y repetir de balde las sandeces que dicen unos irremediables mentecatos bien-pagados. 4 - Además hemos aceptado la religión climatológica, resumida en la Agenda 20-30. Así como el animalismo, el veganismo, el homosexualismo, y el transexualismo, amén del ecologismo, y ya nos están anunciado, para que nos vayamos familiarizando, que la próxima será el TRANSHUMANISMO. Un mundo de seres interconectados constantemente mediante sensores colocados en el interior de cada persona, es decir conseguir seres sin conciencia ni consciencia individual, sin sentido de su trascendencia. Podríamos seguir escribiendo mucho sobre las diferentes caras y formas que utiliza el demonio para engañarnos, todas son tan “para nuestro bien” como lo fue para Eva y Adán probar la fruta del árbol prohibido. Llegados a este punto, teniendo en cuenta que el mundo de Dios y de la luz está separado del mundo de Satanás y de las tinieblas por una fina línea, casi imperceptible y muy fácil de rebasar, debemos enfocar el presente con valentía y sagacidad.

Puede que la pregunta clave consista en :— ¿“Hasta dónde estamos dispuestos a llegar…..”? y puede que la respuesta ya nos la haya dado la carta de Pablo a los Corintios, Capítulo 5, vers. 20, en que el apóstol advierte que “somos embajadores de Cristo”, y sabemos que un embajador necesita conocer tanto las leyes del país que representa, como las del país que le acoge. Y nosotros para ser embajadores de Cristo necesitamos conocer la palabra de Dios contenida en las Sagradas Escrituras, sin perder de vista y siendo también conocedores de la multitud de palabrería engañosa, que el demonio siempre utiliza para conseguir que caigamos en las falsas doctrinas y en el lado del mal.

 
 
 

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